Regreso al futuro

Hace tiempo que sabemos que solo cambia lo accesorio.
Sin embargo, día tras día, asistimos a ese espectáculo, orquestado por quienes saben menos de lo que dicen (o, tal vez, sean más listos de lo que parecen), con la intención de distraer a los cada vez más inexpertos responsables de marketing de esos anunciantes aturdidos por una situación de mercado cambiante, a la que no están acostumbrados, ya que su juventud aún no se lo ha permitido.
"Solo vale lo nuevo", parecen decir, al unísono, cuantos no son capaces de mirar más allá de unos datos tan poco relevantes como suficientemente enrevesados para que, en su maremágnum, sean el instrumento que genere un creciente estado colectivo de ansiedad y confusión, lo bastante revuelto como para inducir al inocente a mirar solo la corteza, sin escarbar en el fondo de una información cuyo enredo impide esa visión serena y nítida que, a través de los tiempos, ha caracterizado al anunciante serio y reflexivo. 
También existen agencias que, acobardadas por esa engañosa tendencia contra la que no parece ser políticamente correcto luchar, se sienten débiles ante las preguntas de unos clientes que temen perder... si no les dan la respuesta universal más común. iQué raro es encontrar en este tiempo a esos 'socios estratégicos' que aconsejaban con sabiduría y experiencia! Ni siquiera es habitual, hoy en día, que alguien que tiene delante de sus narices cierta información contrastada, la transmita hacia el exterior, si no tiene ese brillo digitalizado y silíceo (fugaz y etéreo, muchas veces) que se considera imprescindible para no caer en el pecado más abominable para quien debe mantener su espíritu impregnado de esa áurea pseudomodernidad, tan necesaria para permanecer a flote en las procelosas aguas del marketing actual, aunque sea agarrado a un azucarillo que se deshace sin remedio: el pecado de la verdad.

De eso va este blog, querido lector. De eso... y de muchas más cosas. Disfrútalo.







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