SuperECOfragilisticoespialidoso
La palabra suena como una canción de Mary Poppins… pero es diferente. Aunque, al igual que nos pasa a muchos cuando escuchamos a Julie Andrews y Dick Van Dyke entonar aquella célebre melodía, yo me he sentido muy feliz esta mañana. Observaba, con desasosiego, que la aguja que marca el nivel de combustible de mi coche se estaba acercando peligrosamente a esa posición, siempre perturbadora, que augura el encendido inminente de la luz que nos advierte que nuestro tanque pasa a la situación de reserva. Y, tras pensar (al igual que lo hacen la inmensa mayoría de los conductores en esta situación) en lo poco que dura hoy en día la gasolina (en mi caso, el diésel) en un depósito que ha sido llenado hace escasas fechas –lamentación seguida, de inmediato, de un instintivo exabrupto, impropio de una persona que, como yo, se considera a sí misma educada y prudente–, comenzó a invadirme un progresivo sentimiento de culpabilidad por considerarme cómplice de la degradación del medio amb...