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Mostrando entradas de noviembre, 2024

Hasta que el algoritmo nos separe

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Durante mucho tiempo fueron felices. Tenían gustos diferentes y sus opiniones no coincidían en muchos temas. Votaban a partidos políticos distintos y eran seguidores de equipos de fútbol rivales. Pero nada de eso era un problema serio. Si en algún momento discutían (no era infrecuente) lo hacían de forma civilizada y siempre respetando las ideas del otro. En lógica consecuencia, sus hijos crecieron en un ambiente de libertad y razonable comprensión. No eran un matrimonio perfecto (probablemente, ninguno lo es) y, pese a ello, llegaban a parecerlo sin necesidad de disimular.   Fue con el paso de los años, cuando sus ideas empezaron a radicalizarse. Poco a poco, casi sin ser conscientes de que les estaba sucediendo. Tanto llegó a ser así que, sin darse cuenta, los amigos de uno dejaron de ser amigos del otro. Y viceversa. Curiosamente, los dos círculos de amistades eran cada vez más homogéneos en su composición interna... y más alejados entre ambos.   Las otrora moderadas discus...

La polarización es mala. La segmentación, una trampa

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La responsabilidad de las redes sociales en la creciente polarización de la sociedad es ya indiscutida en cualquier foro. Hasta los más fervientes defensores de esos ‘medios sociales’ (como se llaman allende nuestras fronteras) lo reconocen. Pese a no ser (al menos, eso esperamos) el objetivo principal de las redes, en su insaciable persecución del dato hiperpersonalizado, sus voraces algoritmos no son capaces de evitar un daño colateral que, dicho sea de paso, tampoco parece preocupar demasiado a sus programadores.   Sin embargo, la polarización social (y económica, no lo olvidemos) es nociva para la salud de una sociedad democrática. De hecho, es una grave amenaza para la propia democracia. Sus consecuencias son altamente perjudiciales para el desarrollo de todas aquellas virtudes que una sociedad moderna debe perseguir.    Y lo peor es la casi imposibilidad de combatirla sin recurrir a unas medidas tan drásticas que pocos gobiernos se atreven a aplicarlas, aunque bien ...

Tragaderas

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Asombra la elasticidad de ciertas gargantas.   Cada vez son más frecuentes los casos de marcas que derivan sus presupuestos hacia lugares (la ética profesional no me permite llamarlos ‘medios’) cuya única virtud (por utilizar un sustantivo optimista) es la de vestir una indumentaria (otro eufemismo más, para evitar la palabra ‘disfraz’) de apariencia vanguardista. Su travestida modernidad permite ocultar su naturaleza, su falta de auténtica eficacia para la marca, y su verdadero precio neto por impacto útil.   Eso sí, quienes desvían la atención de sus legítimos tutores suelen divertirse con sus experimentos, probando estrambóticas herramientas digitales (bautizadas con pintorescos anglicismos, de todo punto innecesarios para su correcta denominación, pero muy útiles para incentivar su percepción como elementos de sofisticada complejidad) que no solo les entretienen con éxito en sus jornadas de teletrabajo, sino que les producen oportunas ganancias y alimentan su convicción de...